El reto de los municipios ante los atropellos en pasos de peatones

Uno de los principales desafíos actuales en materia de seguridad vial es encontrar el punto de equilibrio ideal para que vehículos y peatones puedan coexistir en el entorno urbano. Según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONSV) de la DGT, 1.047 personas murieron en los pasos de peatones entre 2014 y 2023. La mayoría (el 87 %) sucedió en entornos urbanos y el 86,9 % de las víctimas cruzaba correctamente, sin cometer infracción alguna. Además, 7 de cada 10 fallecidos tenían más de 65 años. Los factores concurrentes más frecuentes incluyen la velocidad inadecuada y la distracción, presentes en una quinta parte de los atropellos urbanos.

Según los expertos, la solución para lograr que esta cifra se reduzca progresivamente pasa por construir entornos más seguros, potenciar itinerarios accesibles y ajustar los límites de velocidad al mínimo posible. En mayo de 2021 entró en vigor la modificación del Reglamento General de Circulación que estipula un límite máximo de velocidad de 30 km/h en vías urbanas de un único carril por sentido de circulación. Durante los 3 primeros años de funcionamiento de esta norma, el número de atropellos se redujo un 16%. Se trata, según los expertos de la DGT, de un buen punto de partida, pero no es una solución única ni definitiva.

Los especialistas apuntan a incorporar nuevas medidas, orientadas en su mayoría a calmar el tráfico: estrechar carriles, limitar la velocidad, semipeatonalizar calles o mejorar la visibilidad en estos puntos. Mejorar las infraestructuras físicas (ensanchando aceras, eliminando obstrucciones o aplicando señalización antideslizante) son medidas que también se están aplicando en algunas ciudades, con datos exitosos.

El papel de la tecnología: un complemento estratégico

Las soluciones tecnológicas (pasos inteligentes, sensores de detección peatonal, semáforos adaptativos, cámaras de control de velocidad y sanciones automatizadas) son herramientas poderosas, de fácil implantación por parte de los ayuntamientos, y que se apoyan en las nuevas tecnologías para garantizar su correcto funcionamiento e integración con la movilidad urbana.

Implementadas correctamente, estas herramientas:

  • Incrementan la capacidad de percepción del conductor, reduciendo la velocidad de sus vehículos.
  • Aumentan la seguridad pasiva del peatón, en especial en entornos urbanos con baja densidad peatonal.
  • Facilitan la gestión centralizada, la supervisión y la generación de datos para ajustar políticas de movilidad.

Pero, como advierten los expertos, sin cambios de entorno (calmado de tráfico, semipeatonalizaciones, restricciones de estacionamiento, aceras bien diseñadas), la tecnología no logrará eliminar el problema.

Por ello, y según especialistas en seguridad vial y movilidad urbana, es imprescindible afrontar este problema con un enfoque integral, que incluya al menos las siguientes características o soluciones:

  • Diagnóstico: identificar los puntos críticos (basado en datos reales de siniestralidad, vulnerabilidad de usuarios, geografía urbana, etc).
  • Urbanismo táctico: estrechamiento de carriles, pasos sobreelevados, eliminación de plazas cercanas o avance de aceras, entre otras transformaciones.
  • Calmado de tráfico: aplicación de limitaciones reales (30 km/h donde convenga), pacificación de calles y semipeatonalización.
  • Tecnología aplicada: sensores peatonales, semáforos adaptativos, iluminación inteligente, cámaras de velocidad y detección.
  • Comunicación y formación: campañas pedagógicas, placas informativas, formación a conductores y peatones (sobre todo a mayores).
  • Mantenimiento y monitorización continua: evaluación de medidas implantadas, ajuste estratégico y revisión anual de resultados.

La combinación de tecnología y reconfiguración del entorno urbano no es opcional, es imprescindible. La experiencia demuestra que mientras la tecnología aporta alertas y datos, los cambios de diseño urbano realmente modifican comportamientos y reducen la letalidad.

Para empresas y ayuntamientos comprometidos con la gestión de seguridad vial, el desafío es abordar todas las dimensiones: datos, infraestructura, sensibilización y fiscalización. Solo así lograremos que los pasos de peatones dejen de ser trampas fatales para convertirse en espacios verdaderamente seguros.

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